Historia de
la número 11:
Cuando
empezamos a hacer cosas en la bodega allá por el año 1982, lo primero que hicimos
fue embotellar el último vino que habían hecho nuestros tíos Antonio y Manuel.
Nuestros
pocos conocimientos nos llevaron a recolectar botellas de todos los sitios lavándolas
muy bien para quitarles todos los restos, eran de whisky, coñac, ginebra, ron, etc.
El corcho, cónico
y pequeño, el capuchon era de lacre rojo
y la etiqueta la que había mandado hacer mi tío Manuel, con su nombre real y su
alias El Chato.
Así
llenamos unas 500 botellas de las que ahora quedaran unas 100. Nuestro padre
regalaba alguna botella raramente y de forma excepcional, en ocasiones especiales abrimos alguna.
Ya hemos
contado que nuestra ilusión era y sigue siendo que nuestras botellas algún día estén
en algún lugar de un bar o restaurante a disposición de quien quiera
beber Nuestra Ilusión Natural.
De una
manera u otra y de momento, ya tenemos una botella en un bar guardada como un
tesoro por el dueño y en sitio visible sobre una repisa.
Esta
botella fue regalada por nuestro padre a una persona en Madrid que a su vez se
la regalo a otra, ya que era tan antigua que no era para beber. Y como no era
para bebérsela, esta persona se la dio al dueño de un bar que la coloco en la
vitrina.
Una vez que
nos enteramos de su existencia fuimos a buscar el bar en el pueblo que nos
dijeron. Fue fáci, solo hay dos bares; en el segundo la vimos, comentamos con el
dueño la historia de la botella numero 11 de 1981 y nos hicimos fotos. Con ella
en la mano todavia se aprecia el número 11 escrito a pluma.
Ha sido una
experiencia emotiva que nos llena de orgullo y satisfacción. Y como dice
Serrat, son esas pequeñas cosas
que el viento arrastra
allá o aquí,
que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve.
que te sonríen tristes y
nos hacen que
lloremos cuando
nadie nos ve.
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