martes, 24 de junio de 2014

Próxima cosecha 2014 - Signature wines for 2014


Seguimos trabajando la viña y haciendo las pequeñas obras en la bodega, pretendemos disponer de todos los elementos para cumplir las normas de producción y embotellado para poder ofreceros nuestro maravilloso vino tinto de garnacha de nuestra viña O Biedau que fue plantada en 1944. El mantenimiento de estas maravillosas cepas de garnacha ha sido posible por el trabajo de nuestros abuelos, tíos y sobre todo nuestro padre, ahora nosotros intentamos mantenerla aplicando lo aprendido de ellos, trabajarla con nuestras manos es un placer y nos permite estar en contacto con nuestra tierra.

El proyecto está en curso y esperamos poder sacar al mercado las primeras botellas con la cosecha de 2014.

El proceso no está siendo fácil ni comprendido por la mayoría ya que nuestro objetivo es sacar no más de 1500 botellas por cosecha de forma tradicional y sin ningún tratamiento, 100% natural.

Si alguien ha llegado hasta aquí y le interesa probar este vino que venimos haciendo desde hace 70 años y que ahora con unas pequeñas actuaciones para cumplir las normas de producción y embotellado pondremos a la venta puede solicitar con antelación la reserva de botellas.


We continue working in the vineyard and doing the small cave winery, we try to have all the elements to fulfill the procedure of production and bottling to be able to offer you our red wine from our vineyard “O Biedau” that was planted in 1944. The maintenance of these wonderful “garnacha Grapevines” has been possible for the work of our grandparents, uncles and especially our father, now we try to support it applying the learned of them, the works with our hands it is a pleasure and allows us to be in touch with our land. The project is in process and we expect to be able to launch onto the market the first bottles in 2014.


The process is not easy and few ones understand, our aim is to extract not more than 1.500 bottles per year by traditional way and without any treatment, 100% NATURAL RED WINE.

 If someone has come hitherto and is interested in taste our red wine  we will try to sale. If you are interested to taste “Nuestra Ilusión Natural”, you could doing the reservation across the mail or an blog entry.



El porqué del nombre: En aragonés “Finca del Coto”.

 La ilusión es la magia de la vida, mediante la  cual conseguimos que las cosas sean como queremos y si esta es Natural y arraigada a nuestra tierra  es muy fácil conseguir  sabores y colores inimaginables.

La etiqueta: La etiqueta de los vinos O BIEDAU es una foto de la bodega, conseguida después de múltiples pruebas y modificaciones en la que hemos participado todos.

Cosecha: 2014

Variedad: Garnacha tinta

Grado Alcohólico:  

Denominación de origen: Calatayud (en estudio)

Numero de botellas:

Vinificación: Selección manual de la uva. Fermentación en cuba. Elaboración natural sin aditivos de ninguna clase. Los trasiegos son por  decantación.

Viticultura: La gestión de la viña se basa en el dialogo con la naturaleza aprendiendo a leer sus gestos y sus necesidades y haciendo todas las tareas a mano siguiendo los movimientos estelares más apropiados y los consejos de nuestro padre.
 

lunes, 23 de junio de 2014

Las garnachas y el nido

 
La paz de la viña permite ver nidos de jilguero.
Seguimos manteniendo la ilusión que a veces requiere esfuerzo y duro trabajo.
No todos tenemos la capacidad de esperar para ver los resultados del trabajo de las manos.
 
 
 
 
 
 

jueves, 19 de junio de 2014

La viña a final de Junio y un cuento de reyes.


Después de la lluvias habidas en los últimos días la viña marcha bien; la fuerza del la lluvia de tormenta ha tocado algo los racimos en el momento de cerner y se ha corrido un poco, no obstante ha venido muy bien dada lo poco que había llovido este año. Ahora tranquilidad y a esperar que los racimo vayan creciendo lo más sanos posible, es una viña muy vieja y por ello muy delicada, esperemos que las condicionen nos den unas uvas sanas y de calidad.

 

Un cuento que he encontrado por ahí:

 

Había una vez... otro rey. Este era el monarca de un pequeño país: el principado de Uvilandia. Su reino estaba lleno de viñedos y todos sus súbditos se dedicaban a la fabricación de vino. Con la exportación a otros países, las 15.000 familias que habitaban Uvilandia ganaban suficiente dinero como para vivir bastante bien, pagar los impuestos y darse algunos lujos.

Hacía ya varios años que el rey estudiaba las finanzas del reino. El monarca era justo y comprensivo, y no le gustaba la sensación de meterles la mano en los bolsillos a los habitantes de Uvilandia. Ponía gran énfasis, entonces, en estudiar alguna posibilidad de rebajar los impuestos.

Hasta que un día tuvo la gran idea. El rey decidió abolir los impuestos. Como única contribución para solventar los gastos del estado, el rey pediría a cada uno de sus súbditos que una vez por año, en la época en que se envasaran los vinos, se acercaran a los jardines del palacio con una jarra de un litro del mejor de su cosecha. Lo vaciarían en un gran tonel que se construiría para entonces, para ese fin y en esa fecha.

De la venta de esos 15.000 litros de vino se obtendría el dinero necesario para el presupuesto de la corona, los gastos de salud y de educación del pueblo. La noticia fue desparramada por el reino en bandos y pegada en carteles en las principales calles de las ciudades. La alegría de la gente fue indescriptible.

En todas las casas se alabó al rey y se cantaron canciones en su honor. En cada taberna se levantaron las copas y se brindó por la salud y la prolongada vida del buen rey.

Y llegó el día de la contribución. Toda esa semana en los barrios y en los mercados, en las plazas y en las iglesias, los habitantes se recordaban y recomendaban unos a otros no faltar a la cita. La conciencia cívica era la justa retribución al gesto del soberano. Desde temprano, empezaron a llegar de todo el reino las familias enteras de los viñateros con su jarra, en la mano del jefe de familia. Uno por uno subía la larga escalera hasta el tope del enorme tonel real, vaciaba su jarra y bajaba por otra escalera al pie de la cual, el tesorero del reino colocaba en la solapa de cada campesino, un escudo con el sello del rey.

A media tarde, cuando el último de los campesinos vació su jarra, se supo que nadie había faltado. El enorme barril de 15.000 litros estaba lleno. Del primero al último de los súbditos habían pasado a tiempo por los jardines y vaciado sus jarras en el tonel.

El rey estaba orgulloso y satisfecho; y al caer el sol, cuando el pueblo se reunió en la plaza frente al palacio, el monarca salió a su balcón aclamado por su gente. Todos estaban felices. En una hermosa copa de cristal, herencia de sus ancestros, el rey mandó a buscar una muestra del vino recogido. Con la copa en camino, el soberano les habló y les dijo:

— Maravilloso pueblo de Uvilandia: tal como lo imaginé, todos los habitantes del reino han estado hoy en el palacio. Quiero compartir con vosotros la alegría de la corona, por confirmar que la lealtad del pueblo con su rey, es igual que la lealtad del rey con su pueblo. Y no se me ocurre mejor homenaje que brindar por vosotros con la primera copa de este vino, que será sin dudas un néctar de dioses, la suma de las mejores uvas del mundo, elaboradas por las mejores manos del mundo y regadas con el mayor bien del reino, el amor del pueblo.

Todos lloraban y vitoreaban al rey. Uno de los sirvientes acercó la copa al rey y éste la levantó para brindar por el pueblo que aplaudía eufórico... pero la sorpresa detuvo su mano en el aire, el rey notó al levantar el vaso que el líquido era transparente e incoloro; lentamente lo acercó a su nariz, entrenada para oler los mejores vinos, y confirmó que no tenía olor ninguno.

Catador como era, llevó la copa a su boca casi automáticamente y bebió un sorbo. ¡El vino no tenía gusto a vino, ni a ninguna otra cosa...! El rey mandó a buscar una segunda copa del vino del tonel, y luego otra y por último a tomar una muestra desde el borde superior. Pero no hubo caso, todo era igual: inodoro, incoloro e insípido.

Fueron llamados con urgencia los alquimistas del reino para analizar la composición del vino. La conclusión fue unánime: el tonel estaba lleno de AGUA, purísima agua y cien por cien agua. Enseguida el monarca mandó reunir a todos los sabios y magos del reino, para que buscaran con urgencia una explicación para este misterio. ¿Qué conjuro, reacción química o hechizo había sucedido para que esa mezcla de vinos se transformara en agua...? El más anciano de sus ministros de gobierno se acercó y le dijo al oído:

— ¿Milagro? ¿Conjuro? ¿Alquimia? Nada de eso, muchacho, nada de eso. Vuestros súbditos son humanos, majestad, eso es todo.

— No entiendo – dijo el rey.

— Tomemos por caso a Juan. Juan tiene un enorme viñedo que abarca desde el monte hasta el río. Las uvas que cosecha son de las mejores cepas del reino y su vino es el primero en venderse y al mejor precio. Esta mañana, cuando se preparaba con su familia para bajar al pueblo, una idea le pasó por la cabeza... ¿Y si yo pusiera agua en lugar de vino, quién podría notar la diferencia...? Una sola jarra de agua en 15.000 litros de vino... nadie notaría la diferencia... ¡Nadie!...Y nadie lo hubiera notado, salvo por un detalle, muchacho, salvo por un detalle: ¡TODOS PENSARON LO MISMO!

VI Concurso catadores Villa de Ariza

 El pasado día 15 celebramos en las fiestas de Ariza el ya tradicional concurso de catadores. Tratamos de promocionar la Bodega O Biedau y s...