Allí
permanece quieta
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar
igual que la soledad,
pasa el tiempo por sus ramas
y no las puede truncar
Así empieza la canción de Labordeta dedicada a la sabina.
Este fin de semana hemos plantado en O Biedau unas
sabinas (Juniperus thurifera) y unos acerollos (Sorbus domestica), no sé si conseguiré
escribir un libro pero plantar árboles ya está más que superado, quizá algún día
nuestros descendientes sepan o puedan disfrutar de nuestra Finca “O Biedau”. Será
una maravilla con la cantidad de árboles autóctonos que rodean las garnachas;
de momento nosotros disfrutamos de esta repoblación no sin algún sudor moviendo
la tierra de aquí para allá.
Estar en nuestro maravilloso paraje un día de invierno con un
sol radiante, con las vistas del Moncayo nevado a lo lejos y los cerros de
alrededor con su arcilla remarcada por los rayos rojos del sol, es para
sentirse vivo y convencidos de que algún día pasaremos al lado de las sabinas y
nos entrarán ganas de abrazar…
El
trabajo termina cuando empieza a caer el sol con un espectáculo de nubes rojizas
y grises que nos obliga a parar y hacer algunas fotos para recordar un momento mágico.
Cuando pierda la tarde sus tristes
galas,
y en cenizas se tornen las nubes
rojas,mándame un beso ardiente sobre las alas
de las brisas que juegan entre las hojas.
La segunda barrica al destaparla comienza a salir gas y detrás el vino a borbotones, después de unos minutos se calma y respira despacio sin más, la dejamos medio tapada hasta la próxima semana. Consultaremos para saber a qué es debido, es la primera vez que nos pasa…
Os
dejo unas fotos para que vuele vuestra imaginación.